¿Cómo llegan las cosas a nuestros hogares?
¿Cómo llegan las cosas a nuestros hogares? Desde hace casi 3 semanas estamos en cuarentena, y estoy aprovechando en depurar y organizar todos los rincones de mi casa. ¿Cuántas horas he ya invertido en ordenar y depurar mi casa? No lo sé…Pero si se que son demasiadas. Y queda claro que mientras mas cosas tengamos, más tiempo tenemos que invertir en limpiar, en ordenar, en depurar, en arreglar y organizar todas nuestras pertenencias. Nuestras pertenencias nos roban nuestro tiempo. Tiempo que dejamos de hacer otras cosas, como jugar con nuestros hijos, hacer deporte, cultivar algún hobby, pasear en la naturaleza, aprender un nuevo idioma o preparar una merienda saludable.
Entonces, si nuestras pertenencias nos roban nuestro valioso tiempo, pensé que era oportuno detenerme a mirar cómo así los objetos llegan a nuestros hogares. Porque queda claro que no llegan solitos, no tienen patas y llegan caminando a nuestras casas.
El cálculo es muy fácil: si entran más cosas a nuestros hogares de las que salen, a mediano y largo plazo, las acumulaciones invadirán todos nuestros espacios generando estrés y ansiedad, y achicando nuestros espacios.
Veamos entonces a continuación, de qué manera las cosas llegan a nuestros hogares, para identificar qué tipo de estrategias o limites podemos implementar para reducir el número de objetos, garantizando que solo entren las cosas que realmente usamos y disfrutamos.
LAS COSAS QUE COMPRAMOS
Somos bombardeados contantemente por la publicidad de todo tipo de tiendas y marcas con publicidad muy seductora, para comprar productos que nos solucionan todo tipo de dolencias y ayudan a cumplir todo tipo de anhelos y sueños. Comprar hoy en día es demasiado fácil, solo tenemos que hacer clic en el botón de nuestro celular usando una aplicación de compras tipo Glovo o Rappi, o en la página web de un comercio. No nos tenemos que ni mover de la casa.
En este punto podemos diferenciar entre compras impulsivas y compras compulsivas. Las compras impulsivas son aquellas que hacemos de manera muy rápida y sin que nos demos cuenta, zaaaz… ya compramos algo. Por otro lado, las compras compulsivas son aquellas que solemos hacer cuando estamos tristes o bajoneados, con la (falsa) idea de que nos ayuden a sentirnos mejor. Nos gusta el efecto placentero (sin embargo, corto) que tienen las compras sobre nuestro cerebro. Y puede pasar que esta situación se salga de control, y simplemente seguimos comprando, persiguiendo constantemente esta sensación placentera que nos ayuda a escapar de nuestra triste realidad.
Compramos cosas porque nos ayudan a construir nuestras identidades, nos dan una sensación de seguridad (el famoso “por si acaso”), por status y poder, y también por territorialidad (¡esto es mío!), porque lo aprendimos en casa (acumulitis heredada), porque nos lavaron el cerebro queriendo que pensemos que “más es mejor”, porque tenemos emociones reprimidas (y no soportamos el vacío) o por un Trastorno Obsesivo Compulsivo (¡por favor busca ayuda de un profesional!).
Propuesta: Procura identificar en qué momentos compras objeto que luego no te sirven y que te roban horas de tu vida en tus siguientes proyectos de organización. ¿Cómo te sientes? ¿Reconoces algunos de los motivos de acumulación arriba detallados? La lista detallada arriba no es para hacerte sentir mal, es para ayudarte a puedas reconocer cosas de ti misma/o, para que luego puedas trabajar sobre esta nueva información. Se trata de generar consciencia.
Es como si vamos por la vida con una linterna, y empezamos a apuntarla a un espacio para poder ver qué había ahí realmente, en vez de andar por la vida a oscuras. Algunas de las preguntas reflexivas acá presentadas son tu linterna. Tú decides dónde deseas apuntarla.
LAS COSAS QUE NOS REGALAN
Empecemos a mirar más de cerca, ¿por qué es que regalamos cosas? Solemos hacer regalos como una señal de respeto y admiración por los demás. Deseamos reforzar los lazos con nuestros seres queridos. El único problema es que algunos regalos son muy agradables y nos alegra recibirlos, y otros no tantos. ¿Cuántos regalos guardas que no te gustan? ¿Sientes culpa de dejarlos ir? ¿Cómo llegan las cosas a nuestros hogares?
Nuestro hogar es un lugar demasiado sagrado como para llenarlo de sentimientos de culpa y negatividad. Nos volvemos esclavos de nuestros regalos, pensando que no tenemos ninguna alternativa más que tener que quedarnos con los regalos indeseados de por vida.
La verdad es que los regalos que hacemos desde el corazón vienen con la libertad y confiando en la autonomía de quien lo recibe, en decidir libremente si desea quedarse con el regalo y disfrutarlo, o dejarlo ir sin culpa.
Debes entender que tú, y solo TU, decides qué hacer con los regalos que recibes. Y por más que no logres rechazar un regalo, puedes decidir qué hacer con este luego. Puedes desecharlo o regalarlo en el momento que te despides de quién te ha hecho el regalo, podrías usarlos por un corto tiempo (para la paz mental), o podrás quedártelo por siempre. Tu decides.
Y de acá en adelante: ¿Podríamos entonces reconsiderar cómo regalamos?
Podríamos regalar experiencias en vez de cosas, como una noche en el teatro, una cena, cine, flores, paseos o cursos virtuales.
Recomiendo además tener a la mano una lista de regalos que quisiéramos que nos hagan, sobre todo cuando se acerque nuestro cumpleaños o la navidad. Así cuando nos pregunten qué es lo que deseamos, podemos dar una respuesta clara brindando ideas de regalos que nos alegrarán la vida o nos serán útiles.
Por otro lado, trata de crear el hábito de preguntar a las personas a las cuáles deseas hacer un regalo, qué es lo que realmente necesitan y quieren. Así evitarás regalar caballos troyanos, que tienen obligaciones o cargas emocionales atados a ellos.
LAS COSAS QUE NOS HEREDAN ¿Cómo llegan las cosas a nuestros hogares?
Similar a los regalos, las herencias pueden ser bendiciones o maldiciones. Cuando nuestros seres queridos pasan a la otra dimensión, suelen dejarnos sus pertenencias. Sus cosas se vuelven tus cosas. Lo quieras o no lo quieras.
Muchas veces nos quedamos con un número importante de objetos, simplemente por el hecho de que pertenecieron a alguien que queríamos mucho. A veces nos aferramos a ellos por costumbre, guardando cosas que no tienen ningún significado relevante para nosotros.
Otras veces nos aferramos a los objetos heredados por miedo de perder el recuerdo, o porque vayan a pensar (los seres queridos fallecidos) que somos una mala persona al dejar ir sus cosas. Es importante que podamos aprender a poner limites en la vida. Y esto aplica para los seres queridos vivos, así como para los muertos.
Si los objetos que te fueron heredados no te sirven, no te preocupes porque vayan a pensar que eres una mala persona por dejarlos ir. Piensa que eres una excelente persona, al permitirles cumplir su función con otras personas que les podrían dar un uso, y disfrutarlos.
Otras veces solemos guardar las herencias para nuestros descendientes, por ejemplo, nuestros hijos o nietos. En ese caso, te recomiendo preguntarles si ellos van a querer recibirlos algún día. No asumas que vayan a querer el juego de té de la tía Gertrudis, o los palos del golf del abuelo Tito. Pregúntales y respeta y acepta sus respuestas. No hay espacio para victimización.
¿DE QUÉ OTRAS MANERAS LAS COSAS LLEGAN A TU VIDA?
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Si has identificado un área de trabajo personal, en base a lo que hayas podido reconocer en esta nota, y deseas profundizarlo para poder genera una transformación, me puedes contactar al +51 987 332 619 y podemos trabajarlo junto desde el coaching y la organización de espacios. Ofrezco sesiones online y cuando termine la cuarentena nuevamente 1:1.
Cariños,